Inicio la redacción de este artículo con cierto sentimiento de estar incumpliendo una promesa. Una promesa que lancé yo mismo anoche a través de twitter y que no iba dirigida a nadie en especial, pero ese sentimiento de estar incumpliendo algo, existe. Anoche anuncié en esa red social que hoy publicaría una nueva entrada en este blog, y el tema estaría relacionado con el cine. Nada más lejos de la realidad.
Mi intención era agasajar al cine español expresando su calidad, lo desconocido que resulta para una gran parte de la sociedad en nuestro país y los beneficios que nos produciría si todos consumiéramos más el séptimo arte elaborado en España.
Ahí empezó todo. Me di cuenta entonces que soy un priviligiado. Que tengo un ordenador portátil y conexión wifi para buscar información que iban a poder alimentar de objetividad mi post sobre el cine español (por ejemplo) y que el hecho de estar trabajando me permite plantearme si quiero o no acudir con asiduidad a la gran pantalla. Luego pasó muy cerca de mi corazón el recuerdo de algunas conversaciones mantenidas no hace mucho con algún amigo. En ese instante lo decidí: hoy no puedo escribir sobre cine.
El cine se ha convertido en un lujo. Casi 8 € cuesta ya, de media, una entrada sencilla. Hemos llegado a una situación en la que tenemos que elegir cuántas veces al mes (o al año) estamos dispuestos a invertir dinero de nuestro bolsillo en esa forma de expresión cultural.
¿Qué está pasando? ¿La cultura es sólo para los más pudientes? ¿El número de películas vistas en el cine es directamente proporcional a tu nómina? ¿Cuantos más ceros tenga uno en su cuenta corriente, más veces podrá disfrutar del arte? Mal vamos...
23.9.12
16.9.12
Yo estuve allí (15-S Marcha a Madrid)
El título de este post define aquello que se nos vendrá a la
mente cuando recordemos en el futuro lo que significó ese 15 de septiembre de 2012 para
todos los que tomamos las calles de Madrid.
Ha sido una marcha reivindicativa en la que decenas de
colectivos salieron a la calle para manifestar su desagrado con las decisiones
del Gobierno, de forma totalmente pacífica. Desde la plaza de Neptuno a la de
Colón pudieron verse grupos de gente que tenían al menos un motivo para estar
allí. A los sindicatos (UGT, CCOO, CNT, C-SIC, etc) se sumaron las mareas ‘Blanca’
(en defensa de la sanidad pública y universal), ‘Negra’ (en defensa de los
servicios públicos en general y en repulsa a las privatizaciones de los
mismos), ‘Violeta’ (en defensa de la igualdad), ‘Verde’ (reivindicando la
escuela pública) y la ‘Naranja’ (en contra de los recortes dirigidos a la
población más excluida, a favor de la dependencia y los servicios sociales).
Además, la gran mayoría de los partidos políticos de España y sus
organizaciones juveniles afines también se dieron cita. Que conste que no fuimos 60.000, sino muchos más.
Cientos de miles de personas manifestándose por muchas cosas
diferentes, pero por una en común: las decisiones del Gobierno. Se escucharon
cientos de mensajes distintos, pero uno era el más claro: el Gobierno tendrá en
contra a la sociedad si sigue atacando de esta manera a la clase trabajadora y
más necesitada de nuestro país, mientras que deja impune a bancos y millonarios
que, lejos de ponerles las cosas difíciles, les ayuda con rescates
extraordinarios y amnistía fiscal.
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UGT
4.9.12
Ocaso fugaz
Estaba solo, pero acompañado. Los personajes de esa novela
que empezó aburriéndole cuando inició su lectura con el calor veraniego de una
playa repleta de domingueros, parecían estar allí con él, contándole el final
de la historia. Las últimas páginas del libro pasaban fugaces, tan rápido, que parecía
que la brisa fresca que corría esa tarde era quien pasaba las páginas. La intriga
por descubrir el desenlace de la historia se convirtió en el motor que las desplazaba
una tras otra.
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