30.9.13

EMIGRANTE

A pesar de ser una realidad palpable en cuanto uno enciende la televisión o consulta las redes sociales, resulta cuanto menos chocante cuando ese acontecimiento te toca tan de cerca.

Casi a diario, nos mantienen informados sobre la cantidad de españoles que tienen que abandonar el país para buscarse la vida en otro lugar, de distinto idioma y costumbres peculiares. Es una moda, algo que ya no nos sorprende, pero que os aseguro te deja el corazón fibrilando cuando el que emigra es una persona de tu entorno más cercano.

No es la primera gran estampida de mano de obra española, ni será la última. En los años 60, por ejemplo, más de un millón de personas se sumaron al éxodo masivo en busca de un empleo con el que mantener a sus familias. Hoy, 50 años después, los nietos de esos emigrantes se ven obligados a emular a sus abuelos. Existen muchas similitudes pero una gran diferencia: en la actualidad los que se marchan llevan debajo del brazo carreras universitarias, másters y hasta doctorados y lo hacen porque ni siquiera tienen la oportunidad de despachar hamburguesas en cualquier multinacional que paga a 4 €/hora.

Esta semana le tocará el turno a él, un amigo de mi pueblo que ya tiene comprado su vuelo (de ida) a Irlanda y que conocí hace casi diez años. Se marcha con una licenciatura, dos másteres y con la espina clavada de no haber podido doctorarse. Se marcha para buscarse la vida, para trabajar de lo que pueda.

No voy a entrar en búsqueda de culpables, ni en razonamientos conspiradores. Lo único que diré será aquello que me sale del corazón y es que no hay derecho que miles de jóvenes como mi amigo que hizo lo que nuestros padres se hartaron de decir -estudia, niño, estudia y verás que vas a tener un buen futuro-, y que cuando llega el momento, ese futuro no llega, teniendo que ir a buscarlo al extranjero.

Te deseo mucha suerte, amigo Germán.

16.9.13

Crítica de "La Gran Familia Española"

A veces es inevitable que cometamos errores. Lo que no es inevitable es admitir que nos hemos equivocado y reconocerlo ante quien sea, aunque lo más fácil sea dejar pasar el tiempo (y los acontecimientos) y dejar que el azar elija las consecuencias.
En otras ocasiones, necesitamos tener cerca a esa persona que inunde de cordura nuestra habitual locura.
No somos perfectos. Quizá esas imperfecciones cotidianas y la elección de personajes absolutamente desgraciados sean la principal razón que hace especial a este tipo de películas que tan bien consigue definir el director Sánchez Arévalo. Un patrón que iniciara con Gordos y continuara con Primos, pero que previamente ya ensayara en varios cortometrajes y que, de momento, ya le ha valido la preselección como película española candidata al Óscar a mejor película de habla no inglesa.
Con La Gran Familia Española ries, lloras, te vuelves a reir para luego hacerlo a carcajadas y mientras terminas la risa, un diálogo serio hace que se te ponga la piel de gallina. Quizás porque posiblemente lo que estás oyendo en ese diálogo te haya ocurrido antes, quizás porque todos en el fondo estemos un poco locos y al vacío entre locura y locura le llamemos cordura.
El guión usa como excusa una boda poco creíble el día de la final del mundial de fútbol para hacernos ver que a cualquiera en nuestra vida se nos presentan dudas y que los problemas tenemos que afrontarlos apoyándonos en nuestra gente porque "si no tenemos a alguien a contarle nuestra vida, no tenemos vida".
El reparto asegura muy buenas interpretaciones que pueden corroborarse incluso en las primeras escenas.
La música original está en manos de Josh Rouse, que repite tras llenar de magia las mejores escenas en "Primos".
Se observan algunos buenos detalles en la fotografía y hay una excelente dirección de actores.

6.9.13

DE VUELTA...

Hola a tod@s!

No me gustaría escribir ni una palabra más en este artículo sin antes pedir disculpas, puesto que llevaba algunos meses sin dejar mi huella en La Mirada de Fourier y l@s lector@s habituales no lo meréceis. 

No voy a detenerme en las causas, ya que ni siquiera yo mismo las conozco demasiado, aunque supongo que ha sido una mezcla de acontecimientos en mi vida personal lo que ha provocado que mis esfuerzos estuvieran centrados en otro lugar. No así ha sucedido con el resto de redes sociales que utilizo. Mis perfiles ahí si que se han mantenido actualizados y lo seguirán estando (Facebook: Abraham Moreno Batista, Twitter: Abraham M. Batista y una de nueva incorporación: Instagram: amorebati), que sin duda son más impulsivas y animan al usuario a introducir nuevo contenido constantemente.

Un blog es algo que requiere más dedicación. Detenerse delante del ordenador y expresar en palabras algo que si te empeñas eres capaz de escribir un libro entero sobre ello, pero que no consigues resumir tanto como para que quepan en los 140 caracteres de un tuit.

Hace poco más de quince días, se cumplía el primer aniversario de vida de este espacio, del que espero poder celebrar muchos más si seguís ahí leyendo.

Un año da para mucho. Se han quedado en el tintero bastantes temas que podrían haber protagonizado alguna entrada en este blog, pero que por no encontrar el momento adecuado o no disponer del suficiente tiempo, no han visto la luz. No obstante, se acerca el final del verano y con él, mi estación favorita y en la que dedico más tiempo a mis hobbies, por lo que (os anticipo), La Mirada de Fourier volverá a tener la actividad que se merece. Cine, Política y Sociedad serán los tres pilares protagonistas.
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